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TERESA DEL CONDE.
JUAN SORIANO EN PERSPECTIVA.
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Todo el mundo sabe que Juan Soriano por largos periodos se ha encontrado
muy cerca del teatro. Cuando volvió a México después
de su primera estancia en Europa pinto unos decorados para el teatro
Orientación que entonces dirigía Celestino Gorostiza;
después diseño decorados y vestuario para El tejedor
de Segovia en puesta en escena de Ignacio Retes para el teatro del
Sindicato de Electricistas. También colaboro para algunos ballets
de Ana Mérida, Amalia Hernández y Guillermina Bravo.
En realidad su interés emocional por la vida tras bambalinas
guarda otra huella de infancia. Hasta podría decirse que Soriano
paso los primeros años actuando como protagonista principal
en un grupo teatral conformado por su poco convencional familia, integrada
casi exclusivamente por mujeres. Sin embargo yo pienso que ni sus
pinturas ni sus dibujos y objetos (excepto los destinados específicamente
al teatro), han sido influidos por el quehacer escénico, este
se ha presentado como un rubro -importante, es cierto- de sus intereses,
que recibe y se alimenta de los recursos que provienen de las actividades
creativas que con prioridad practica. Es posible que para él
no exista la distinción entre el teatro y lo que ocurre fuera
de él, sin embargo, parecería estar mas cerca de considerarse
integrado al gran teatro del mundo o sea: todo es
teatro- que a postular su creación como la representación
objetiva de un guión elaborado por el destino.
En sus obras posteriores a 1970 -año en que volvió a
Europa para radicar en Roma y después en Paris la mayor parte
del tiempo- Soriano ha pretendido, quizá sin ser consciente
de ello, volver a una cierta objetividad en la representación.
Podría considerarse que se trata de uno de los aspectos del
mito del eterno retorno, y tal vez sea así. Sin embargo, la
objetividad, o el mayor grado de iconicidad presente en la prosecución
de esta última fase, aparece como si fuera un reflejo, quizá
un juego de trasposiciones. Se trata, tal y como yo lo siento, del
reflejo de lo que puede vislumbrarse a través de una ventana,
de un encuadre que elige un momento entre otros de la realidad circundante,
y que lo traspone aislándolo del resto del mundo mediante un
piano trasparente de cristal. No es posible traducir esta impresión,
recabada de imágenes que son visuales y que están limitadas
a una superficie bidimensional, a un lenguaje que por ser escrito
pertenece a otro orden del discurso. Lo único que yo podría
aventurar es que varias de estas pinturas, dibujos y acuarelas ejemplifican
la metáfora del espejo de que habla Jacques Lacan.
El mundo aparece contemplado desde afuera, como sorprendido
súbitamente en el descuidado despliegue de su propio esplendor,
según palabras de Juan García Ponce. Así, las
representaciones son falsamente naturalistas aunque los elementos
que aparecen en ellas sean bien discernibles. Por ejemplo, un árbol
amarillo que se ve tras una ventana de estructura geométrica.
Si, es un árbol, pero esta nimbado por una aureola que recuerda
el aura en los cuadros de Munch y, además, es un árbol
que no pertenece al espacio en el que supuestamente está situado,
sino que corresponde al reflejo de una presencia que esta detrás
de nosotros que lo estamos viendo; como si esos limites marcados por
la ventana fueran la línea divisoria que separa el espejo de
lo que lo rodea. La hermosa pintura, prodiga en tonalidades azules,
que se titula La madrugada (1978) aparentemente transmite la idea
de un jardín envuelto en la bruma, pero también se percibe
como el reflejo de este jardín en un medio acuoso y distante.
Lo mismo puede decirse del gran cuadro El pájaro y las nubes
de 1981 en el que la atmósfera lo mismo puede pertenecer al
cielo que al agua. O en El búho con su reflejo, donde es más
importante el reflejo en el agua del paisaje con el búho, que
este fragmento de realidad, tras puesto a la tela como si hubiera
sido visto a través de una lente que distancia y distorsiona
la imagen. En cambio, la Marina de 1977 inscrita en un tondo, mas
bien parece un paisaje lunar.
Hay una presencia que ha vuelto a reaparecer con insistencia, el león,
animal solar que ya se encontraba al principio de la década
de los cuarenta, a veces acompañando a un San Jerónimo
efebo, transportado por ángeles. Los leones de Soriano no son
feroces, reposan placidamente junto a los hombres o se someten voluntariamente
al impulso del domador, que no necesita utilizar el látigo
para dominar al animal, sino que más bien forma pareja con
él. En varias pinturas recientes, principalmente en las acuarelas
que exhibió en noviembre de 1983 en la Galería Juan
Martín, son recurrentes ciertos motivos que también
aparecieron antes en otros contextos. Ahora se presentan decantados,
despojados de barroquismo y connotando otro tipo de vivencias. Por
ejemplo, en la pintura que representa a un joven tendido en una playa
cuyos limites entre agua y arena no son precisos, se recaba la impresión
de que la figura lo mismo pudiera encontrarse flotando en el aire.
La misma condición doble se percibe en el cuadro de Las bañistas.
¿Están en el agua, en la arena o en el aire? ¿Son
mujeres o representaciones de mujeres? Así también La
muerte enjaulada se compone de presencias y objetos que han pasado
por una doble trasposición. Se desplazan de otras pinturas
para conjuntarse en una mas que las asocia. Conservan parte de su
significado inicial, pero el nuevo contexto habla a la vez de otra
cosa: la jaula protege al mismo tiempo a la muerte y al
árbol porque es necesario que ambos vivan. Hay un feliz panteísmo
en todo esto, que no por ser feliz deja de encontrarse impregnado
de notas taciturnas.
Soriano ha dicho que uno pinta lo que sabe, lo que experimenta, lo
que imagina. Puede añadirse que el conjunto de lo que él
ha realizado es como un autorretrato que habla mas bien de su personalidad
que de su persona. Claro que esto es aplicable a todo artista, pero
como él ha sido solo instrumento de su propia poesía,
el autorretrato que ha pintado es una metáfora intima que lo
refleja en una gran variedad de circunstancias y condiciones. La entrevista
que transcribo a continuación da cuenta de algunos de los pensamientos
que se encuentran traducidos a formas visuales en ese autorretrato.
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