Luna, 1996,
Bronce,
47.5 X 28 X 29.5 cm.
Estoy continuamente naciendo, y por eso
me identifiqué con la aurora que habla María
Zambrano.
En Italia hay un culto a la Aurora, ella
es promesa eterna de cada día, antes de que venga la verdadera
luz.
Es el mismo miedo que tenían los aztecas,
de que a lo mejor el sol no salía. ¿Y si ese amor no
fuera nada? - Como decía Pellicer-, ¿nacerá
o no nacerá? Para mi esta angustia del nacer cada día
conforma la verdadera biografía de un artista, o de
un hombre que, como yo, ha querido ser artista...
Juan Soriano
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