Las 13 esculturas monumentales que habrán de poblar la finca, a 30 kilómetros de la capital polaca, ya se encuentran en su nueva residencia, después de una larga travesía que las llevó en barco desde Veracruz hasta Europa.
Fundidas en el taller de Soriano, en Tepexpan, las piezas ahora conviven entre tilos, robles, pinos y abedules, dominando un paseo escultórico que serpea a lo largo de siete hectáreas boscosas bañadas por el paso de un rió y dos lagunas.
“Las esculturas, en su mayoría pájaros, están integradas a la naturaleza, y eso le hubiera encantado a Juan”, refirió en entrevista Keller.
“El lugar todavía tiene rasgos de los jardines (del palacio) que allí antes existían, y abrimos el paseo escultórico sobre lo que aún se percibía. También hay una zona de bosque, completamente salvaje, pero eso no lo tocamos porque lo justo es que quede como está. La zona es muy visitada por sus bosques. Entonces abriremos el lugar al público para compartir las esculturas de Juan. Sobre todo a grupos escolares, para que puedan visitar el sitio y tomar sus lunches entre las esculturas o debajo de los árboles maravillosos, admirando las obras de este gran artista mexicano. Quiero que los niños toquen las esculturas, porque eso era algo que le encantaba a Juan, quien siempre se molestaba con los guardias de los museos cuando prohibían a la gente tocar las esculturas.”
Informacion tomada del articulo de Oscar Cid de Leon en el Reforma 19 agosto 2008.
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