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TERESA DEL CONDE.
“Juan Soriano: grata frescura”, Suplemento
de El
Nacional. México, 7 de enero de 1978.
Hoy en día Soriano, hombre maduro en edad y joven de espíritu,
ha vuelto al universo fresco de sus primeros años (Cuando estaba
vinculado, pero lejanamente, a la Escuela Mexicana), hay muchísimos
años de experiencia que han matizado sus recuerdos y su vocabulario
Visual con una cierta bruma que mistifica y complica —en el buen
sentido- aquella ingenuidad algo perversa que detectamos en sus cuadros
de Juventud.
Ventanas, puertas abiertas a ambiguas visitas, bellos jardines con
acento japonés, hermosos y pasivos jóvenes al lado de
viriles bestias, verjas blancas que impiden la entrada a parajes de
ensueño, esqueletos animados por flores y por una dorada luz
cuya presencia es una amenaza agradable, delicadísimas flores
que en algo recuerdan a Odilon Redon, peces y palomas transparentes—mas
no del todo inocentes— nos entregan sus simbólicas presencias
a través de un cromatismo refinado que para nada habla de compulsión
o de perentoriedad.
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