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TEXTOS |
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CARLOS MÉRIDA
Juan Soriano. Instituto Nacional de Bellas Artes.
Cuadernos de Bellas Artes), No. 2, año III.
México, febrero de 1962.
Las obras escultóricas de Soriano, trabajadas por lo común
en barro cocido, no podían escapar a las peculiaridades de
un pintor que hace escultura; tanto en sus pequeñas Cerámicas
como en sus trabajos monumentales, el artista en cuestión es
un escultor que siente, piensa y crea en pintor; sus grandiosas esculturas
en terracota le dan tema y materia para explayarse en una fina gama
de textura y de coloraciones que dan el toque y el sentido final a
su tarea.
El arte de Soriano, interesante en grado sumo en nuestro medio, por
lo sui generis, llega ya a una maestría consumada no solo por
lo que al oficio se relaciona sino, y esto es lo importante, por el
aliento creativo que lleva en si y por la dosis de inefable
lirismo de que esta lleno. Soriano, por su talento, por su finura
espiritual, por su don divino, es una voz de poesía en el campo
de las artes plásticas de México.
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