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Entrevistas |
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FRAGMENTOS DE ENTREVISTAS.
TUNUNA MERCADO.
Sábado. Suplemento de Unomásuno. México, 28
De junio de 1980.
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Vemos sus cuadros; el recorrido permite advertir una variedad inmensa
de intenciones, distintos momentos, quizás búsquedas
diversas que se encabalgan en otras búsquedas. Frente a sus
trabajos mas retientes, Soriano explica lo que llama retornoa
su primera pintura.
Si, me he dado cuenta, ahora que m esta exposición mía
antológica en Lisboa, que los primeros cuadros, sus temas y
las cosas que me interesaban entonces, vuelven a interesarme ahora.
Sin darme cuenta estoy volviendo a ser mas figurativo, como era al
principio, usando menos la abstracción y las estilizaciones.
No es que me lo proponga, pero me sale así. Me sorprendió
un poco descubrirlo.
En su taller, mas allá del salón que sus cuadros y otras
obras han convertido en Galería, sobre una mesa y en medio
del desorden especial que produce el arte, hay un caballito de yeso,
una escultura pequeña, perfecta, cuya grupa y patas han ido
adquiriendo hasta las mas leves formas y los contornos mas imperceptibles
de un caballo (¿Cuál caballo? ¿Uno grande, natural?
¿El del sueño? ¿Dónde esta en Juan Soriano?
¿De donde lo saca?).
Es muy difícil explicar eso; cuando se llevan tantos años
de pintar y pintar y pintar todos los días, es como una costumbre.
Yo no me imagino un día sin hacer un dibujo, sin empezar algo
y esta al menos unas cuantas horas haciendo una pintura o una escultura.
Y el motivo por el cual empiezo a veces no es un motivo del
día, sino que viene de muy lejos, de recuerdos antiguos,
de cosas que se me vienen a la cabeza y tengo ganas como de fijarlos...
Entonces empiezo. A veces es fácil pero otras necesito meses
para hacer esa imagen, años. A veces tengo que dejarla y luego
volver a insistir. Veo lo que he hecho y algo le falta... Solo cuando
la imagen esta completa, entonces ya la firmo... Si, no es nada de
lo que yo pueda decir: existía. No es una copia
de algo que se me ocurre en la cabeza, sino algo que yo sé
que tiene que formarse: que no se forma hasta que está en el
yeso de la escultura o en el material de la pintura. Está como
un germen, latente. Y, de pronto, surge como una imperiosa necesidad
de darle absoluta forma a eso que es como un llanto haz
esto, haz esto y no sabes bien que es.
Soriano habla de su formación:
Yo empecé muy joven a hacer pinturas, y sin ninguna idea de
que la mía era una profesión. Después conocí
y aprendí que era una profesión que daba muchas ventajas,
la gente idealizaba bastante y, claro, a veces me aprovechaba de eso
y jugaba a que era un artista, cuando tenia dieciocho o veinte años.
Después me aburrí de esa manera de entender y me dediqué
a trabajar y a tratar de hacer las cosas como a mi me gustaba y no
a ser artista y a representar esto o lo otro, ni tal escuela o movimiento.
Si me pusiera a reconocer maestros tendría que decir que casi
todos mis amigos mayores que yo de aquella época fueron mis
maestros. Eran poetas, pintores, escultores y todos me enseñaban
muchas cosas. Porque yo no había ido nunca a la escuela. Bueno,
si solo a la primaria. Toda mi educación la hicieron ellos
prestándome libros, dándome consejos. Y entre otros,
Villaurrutia, Pellicer, Alfonso Reyes, Nova, Octavio Paz, Elena Garro,
Lola Álvarez Bravo, Maria lzquierdo. Y luego los españoles:
Cernuda, León Felipe, Rafael Alfonso Gaos, Gaya.
¿Cómo trabaja un retrato?
Hago muchos bocetos. Yo voy a hacia la gente, la invite. No es el
retrato a partir de una pose. Me pongo a ver sus rasgos y a escoger
los que voy a usar. La persona en movimiento, no estática.
Y me sucede una cosa trágica o, quizá no trágica
sino interesante, para no exagerar: cuando ya estoy casi terminando
un retrato le veo otra posibilidad y lo cambio todo.
Lo que exijo de un cuadro es una personalidad diferente a la mía,
que me lleve la contraria. No quiero cosas perfectas. Para mi la pintura
no es una perfección sino expresión: expresar sentimientos,
estados de ánimo; y siempre distintos, porque si no, te aburres.
Te aburres terriblemente. Hay mucho de teoría y de retórica
en la pintura moderna, de frases hechas que se repiten y se repiten.
Y se vende.
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