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TEXTOS


SERGIO PITOL.

JUAN SORIANO.
EL VIAJE Y SUS TREGUAS.


1 EN GUADALAJARA.
2 EN LA CIUDAD DE MÉXICO.
3 ENTRE ROMA Y MÉXICO.
4 ENTRE MÉXICO Y PARIS.


4 ENTRE MÉXICO Y PARIS.
Lo demás ya es sabido. Soriano a sus ochenta años vive en una actividad constante que abrumaría al mas fuerte, a él no porque es un titán. A partir de 1976 vive entre Paris y México. Se mueve con espléndida libertad en sus terrenos. Cuando veo algunas de sus obras recuerdo una línea de Luis Cardoza y Aragón: “El cuadro de Soriano solo quiere ser cuadro, por sus propios medios estrictos.”' Los mejores oleos de estos años están rodeados de un halo poético que me hace recordar la pintura de Giorgione. Parecería que la forma clara y precisa del dibujo, la armoniosa composición de los espacios y la perfección del color fueran tan evidentemente puros solo para ocultarle al crítico y al espectador con esas virtudes un misterio. Todo parece claro porque uno de los efectos más elegantes tanto en el arte como en la vida lo constituye la ocultación de cualquier efecto. Matisse consideraba que la mayor marca de perfección en un pintor es presentarle un trozo de naturaleza absolutamente imposible y hacerle sentir al critico mas cáustico que lo que veía era un paisaje perfectamente normal. Si tuviera que nombrar algunas obras maestras del Soriano último, enlistaría: Paisaje de Obersdorf, 1975, Retrato de Marek Keller, î976, Amanecer, 1977, La visita azul, 1978, La muerte enjaulada, 1983, El florero, 1984, La palmera, 1984, y Mirando al mar, 1985.

Desde que conozco a Juan Soriano le he oído decir que le gustaría volver a hacer escultura, pero que no era nada fácil. Lo ha logrado y es la actividad en la que mas se ha interesado durante los últimos quince años, sobre todo en la creación de piezas monumentales. La ola, la enigmática pieza en cerámica que hizo en Roma en 1956, de cuarenta y cinco por veinticinco centímetros, se ha transformado en una ola de bronce de siete metros. Buena parte de las esculturas en cerámica que presente en la Galería de Antonio Souza, en 1959, se han convertido también en piezas de gran tamaño. Pero no solo ha transformado a escala mayor piezas hechas antes en formato pequeño, sino trabaja en esculturas nuevas sobre nuevos proyectos. “En este periodo de mi vida me siento aún con interés suficiente para emprender experiencias que no conocí en el pasado.” Ya Octavio Paz celebraba en 1954 las mutaciones del espíritu de su amigo: “Ha descubierto el viejo secreto de la metamorfosis y se ha reconquistado.”
 
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Juan Soriano | 2004